martes, 7 de mayo de 2013

Terje


Alguna vez dije que parecía un duende noruego, que por allá se les llaman Alv. La expresión, la cabellera anaranjada, la mirada. Lo conocí precisamente en Bergen, Noruega, hace ya algunos años y he pensado que sí es un duende. Verán: me lo he encontrado en Uganda, África, en un seminario en el que participamos hablando sobre agua y pobreza. Yo no esperaba verlo ahí y él no me reconoció de inmediato.  Se nos hizo extrañísimo toparnos luego de varios años y en una latitud tan distante.
Meses después, una tarde paseando por Marsella, caminando al azar por las calles cercanas al puerto, me lo encuentro tomándose una cerveza, en un barecito del centro. Nos saludamos, hablamos de la coincidencia de encontrarnos de nuevo y nos decimos salud. Sigo mi camino; seguramente en alguna más de estas andanzas me lo volveré a encontrar.
© Pablo Chávez Hernández y Daniel Murillo Licea, todos los derechos reservados.