Se deslizan en la noche, con el
conocimiento de las calles a su favor. Deambulan en esquinas, cerca de donde la
basura se acumula. Son las ratas que alguna vez hubieron de viajar en los
barcos del puerto de Marsella, hacia lugares desconocidos. Tal vez hasta alguna
rata marsellesa llegó a México, cuando los barcos de refugiados españoles partían
de ahí. Las veo bajo las luces
amarillentas de los faroles. Se esconden, pero, de pronto, salen como si nada,
sabiéndose dueñas de la noche y de las calles. Sombras rastreras que se mueven
y deambulan. Así organizan sus fiestas en la noche, sus juergas, cerca de los
muelles. Ahí se desliza una con el pelambre erizado, rata amarillenta que se
detiene en medio de la acera, me mira y casi podría jurar, me guiña un ojo.
lunes, 14 de enero de 2013
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