Hoy, Rafa Baraona hubiera
cumplido 98 años. Lo vi, como relaté hace ocho años en este mismo blog, en su casa en Santiago de Chile,
cuando mi compañera de vida, Ori, y yo lo visitamos. Debe haber sido el año de
2003. Ese día recibimos la regañiza de su esposa, por no dejarlo descansar,
pese a que Rafa se afanó en continuar nuestra conversación al máximo, para
seguir hablando de su nostalgia por México, de la poca atención y franco
descuido que los chilenos tenían de la gente que vive en la Isla de Pascua
(próximo destino, en ese entonces, de mi amada Ori y yo) y de su deseo de que
lo visitásemos a nuestro regreso, cosa que no ocurrió, por falta de tiempo. Le escribí una carta, a nuestro regreso a
México y nunca supe si la recibió.
De Rafa puedo contar mil cosas,
incluyendo el gusto por los libros, el tabaco y la poesía. Nos vimos pocas
ocasiones, pero en su tremenda fraternidad, me decía “hermanito” y me platicaba
una multitud de anécdotas sobre su vida en México. Rafa sigue viviendo, en mi
recuerdo, después de años de haberlo visto, de haber comido en su casa y haber
degustado un buen vino y un pisco sour.
Lo recuerdo como maestro, como amigo, como gran fumador y como hermanito mayor.
La penúltima vez que lo vi me regaló una de sus pipas, esa ocasión en la que
fumamos desmedidamente en la biblioteca de la cual era director, allá por 2001.
Ah, Rafa, me fumo esta pipa a tu salud y te recuerdo. Este aprendiz de andarín
cita uno de tus poemas de Los viajeros:
Para
El andarín
Paso a paso
El mundo es
Y será
Asunto pendiente…
Y así es, el mundo sigue siendo asunto pendiente,
queridísimo Rafa.